jueves, 25 de agosto de 2011

La práctica de la presencia mental y la gran paz mental

Dos capítulos del libro El Corazón de la meditación, de Sogyal Rinpoché. Que lo disfruten y sea beneficioso y útil para todos.

 La práctica de la presencia mental

La meditación consiste en llevar la mente de vuelta a casa, y esto se consigue en primer lugar por la práctica de la presencia mental o atención.

En cierta ocasión una anciana se acercó a Buddha y le preguntó cómo se meditaba. Éste le dijo que cuando sacara agua del pozo permaneciera atenta a todos los movimientos de sus manos, pues sabía que si la mujer lo hacía así pronto se encontraría en ese estado de calma alerta y espaciosa que es la meditación.

La práctica de la atención, de llevar la mente dispersa vuelta a casa y centrar así los distintos aspectos de nuestro ser, se llama “Permanecer Pacíficamente" o “Morar en Calma”. “Permanecer Pacíficamente” logra tres cosas:

La primera, todos los aspectos fragmentarios de nosotros mismos, que hasta entonces están en guerra, se asientan, se disuelven y se hacen amigos. En ese asentarse empezamos a comprendernos mejor, y a veces incluso vislumbramos el resplandor de nuestra naturaleza fundamental.

La segunda es que la práctica de la presencia mental desactiva nuestra negatividad, nuestra agresividad y nuestras emociones turbulentas. Más que suprimir las emociones o entregarse a ellas, lo importante aquí es contemplarlas, y contemplar los pensamientos y cualquier cosa que surja, con una aceptación y generosidad lo más abiertas y amplias posible. Los maestros tibetanos dicen que esta sabia generosidad tiene el aroma del espacio ilimitado, tan calida y acogedora que uno se siente envuelto y protegido por ella, como una manta hecha de luz de sol.

Gradualmente, mientras permanece abierto y atento y utiliza una de las técnicas que le explicaré más adelante para centrar su mente cada vez más, su negatividad se irá desactivando poco a poco; empezará a sentirse a gusto en su ser, o, como dicen los franceses, être bien dans sa peau (estar bien en su piel). De aquí viene una sensación de liberación y una profunda tranquilidad. A mi modo de ver, esta práctica es la forma más eficaz de terapia y autocuración.

La tercera es que esta práctica desvela y revela nuestro Buen Corazón esencial, puesto que disuelve y elimina la hostilidad y el daño que hay en nosotros. Solo cuando hemos eliminado el daño que llevamos dentro nos volvemos verdaderamente útiles para los demás. Así pues, por medio de la práctica, eliminando lentamente la hostilidad y el daño que hay en nosotros mismos, permitimos a nuestro verdadero Buen Corazón, la bondad y la amabilidad fundamentales que constituyen nuestra autentica naturaleza, resplandezca y dé lugar al clima cálido en que nuestro verdadero ser puede florecer.

Ahora comprenderá por qué yo llamo a la meditación la autentica práctica de la paz, la autentica práctica de no-agresión y la no-violencia, el verdadero y mayor desarme.

LA GRAN PAZ MENTAL

Cuando enseñó meditación suelo comenzar diciendo: “Lleva la mente a casa. Suelta. Y relájate”. Toda la práctica de meditación puede resumirse en estos tres puntos básicos: llevar la mente a casa, aflojar o soltar y relajarse. Cada una de estas expresiones encierra significados que resuenan en muchos planos.

Llevar la mente a casa significa llevar la mente al estado de Morar en Calma mediante la práctica de la presencia mental. En su sentido más profundo, llevar la mente a casa es volver la mente hacia el interior y reposar en la naturaleza de la mente. Esto de por sí, es la meditación más elevada.

Soltar significa dejar salir la mente de su cárcel de aferramiento, puesto que uno reconoce que todo el dolor, el miedo y la perturbación proceden del ansia de la mente por aferrar. En un plano más profundo, el conocimiento y la confianza que surgen de la creciente comprensión de la naturaleza de la mente estimulan la generosidad profunda y natural que permite dejar que el corazón se desprenda de todo apego, dejar que se libere y se derrita en la inspiración de la meditación.

Finalmente, relajarse significa ser espacioso y relajar todas las tensiones de la mente. En un sentido más profundo, uno se relaja en la verdadera naturaleza de su mente, el estado de Rigpa.

 Las palabras tibetanas que evocan este proceso sugieren la sensación de “relajarse sobre Rigpa”. Es
como derramar un puñado de arena sobre una superficie plana: cada grano se asienta por su propia cuenta. Así es como se relaja usted en su verdadera naturaleza, dejando que todos los pensamientos y emociones cesen naturalmente y se disuelvan en el estado de la naturaleza de la mente.

    Rigpa es una palabra tibetana que significa en general ‘inteligencia’ o ‘atención’. En Dzogchen, sin embargo, la enseñanza superior en la Tradición Tibetana Budista, rigpa tiene una connotación más profunda, ‘la naturaleza profunda de la mente’. La enseñanza total del Buddha está dirigida hacia la comprensión de esto, nuestra última naturaleza, el estado omnisciente o la iluminación – una verdad tan universal, tan primordial que va más allá de todos los límites, e incluso, más allá de la religión misma.

Cuando medito, siempre me inspira este poema de Nyoshul Khenpo:

    Descansa en gran paz natural
    esa mente exhausta
    abatida por los golpes del karma y el pensamiento neurótico,
    como la furia implacable de las olas que rompen
    en el océano infinito del sámsara.

Descansa en gran paz natural.

Sobre todo siéntese cómodo, tan natural y holgado como pueda. Escape sigilosamente del lazo de su nervioso ‘yo’ habitual, abandone todo deseo y relájese en su verdadera naturaleza. Imagínese que su yo ordinario, emocional y agobiado de pensamientos, es un bloque de hielo duro y frío, deje que esta agresividad se derrita bajo el sol de su meditación. Deje que la paz trabaje sobre usted y le permita recoger su mente dispersa en la presencia mental del Morar en Calma, y que despierte en usted la consciencia y la percepción de la Visión Clara, y descubrirá que, poco a poco, toda su negatividad se desarma, su agresividad se disuelve y su confusión se evapora, como una bruma en el vasto e inmaculado firmamento de su naturaleza absoluta.

    ‘Morar en Calma’ y ‘Visión Clara’ son las dos prácticas centrales de la meditación budista, llamadas en sánscrito Shamatha y Vipashyana, y en tibetano Shyiné y Lhaktong. Su profundización y su cultivo constituyen el eslabón entre la práctica de meditación básica y las prácticas de meditación más avanzadas de Mahamudra y Dzogchen (Véase el apartado ‘La Esencia Íntima’).

Sentado en silencio, el cuerpo quieto, la boca callada, la mente en paz, deje ir y venir sus pensamientos y emociones, todo lo que surja, sin aferrarse a nada.


Dudjom Rimpoché

¿Qué se experimenta en ese estado? Como solía decir Dudjom Rimpoché imagínese a un hombre que llega a su casa tras un largo día de trabajo en el campo y se acomoda ante el hogar en su sillón favorito.
Se ha pasado el día trabajando y sabe que ha hecho lo que quería hacer; no tiene nada más que preocuparse, nada que haya quedado sin terminar y pude abandonar completamente todas sus inquietudes y contentarse sencillamente con ser.

Así pues, cuando medita, es esencial que cree usted el ambiente mental interior más adecuado. Todos los esfuerzos y luchas vienen de la estrechez, de no hacerse espacio, de modo que crear ese ambiente
adecuado, es vital para que se produzca verdaderamente la meditación. Cuando están presentes el humor y la amplitud, la meditación surge sin esfuerzo.

A veces, cuando medito, no utilizo ningún método en especial. Me limito a dejar reposar la mente y compruebo, sobre todo cuando estoy inspirado, que puedo llevar la mente a casa y relajarme con más rapidez. Sentado en silencio, descanso en la naturaleza de la mente; no dudo ni me pregunto si estoy en el estado “correcto” o no. No hay ningún esfuerzo, sólo una rica comprensión, una actitud despierta y una certeza inconmovible. Cuando estoy en la naturaleza de la mente, la mente ordinaria ya no está ahí. No es necesario corroborar o confirmar mi existencia: simplemente soy. Está presente una confianza fundamental. No hay nada en especial que hacer.

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